Fue el 20 de marzo de 1963 cuando tres miembros de la Real Academia Gallega presentaron en esta institución una propuesta histórica: que se declarase el día 17 de mayo de cada año "Día de las Letras Gallegas" como fecha para "recoger el latido material de la actividad intelectual gallega". Manuel Gómez Román, Xesús Ferro Couselo y Francisco Fernández del Riego, exponían que, con motivo de celebrarse aquel año 1963 el centenario de la publicación de los Cantares Gallegos de Rosalía de Castro, la Academia debería consagrar, con carácter de perdurabilidad, el simbolismo de la fecha en una celebración anual.
Consideraban que el libro rosaliano editado en 1863 "fue la primera obra maestra con la que contó la literatura gallega contemporánea" y que "su aparición le otorgó prestigio universal al habla gallega como instrumento de creación literaria", concluyendo que representa "un hecho decisivo en la historia del renacer cultural de Galicia". Puesto que se ignoraba la fecha de publicación del libro, se propuso el día 17 de mayo por ser ese el día que Rosalía de Castro le dedicó a la también poeta Fernán Caballero.
Francisco Fernández del Riego (miembro del Consejo de Cultura Gallega y del Seminario, numerario de la Real Academia Gallega y autor de numerosas obras literarias) recuerda aquel momento histórico: "Hice un escrito que firmaron conmigo don Manuel Gómez Román y don Xesús Ferro Couselo, y lo sometimos a la aprobación de la Real Academia Gallega. La Academia lo aprobó por unanimidad, y cursó la pretensión a la autoridad competente”. En ese momento fue instituido el día 17 de mayo como fiesta anual de las Letras Gallegas y a partir de entonces se fueron celebrando cada año días de las Letras Gallegas dedicados cada uno de ellos a una figura significativa de las letras gallegas, elegida en Junta Ordinaria por la RAG, tal y como se recoge en sus Estatutos.
El procedimiento dicta que en la primera reunión después del Día de las Letras Gallegas del año en curso, el Plenario de la RAG escogerá al personaje a quién se le dedicará esa conmemoración el próximo año. La figura elegida deberá ser autora de una obra relevante en gallego y persona de calidad cultural y humana que merezca proponerse como ejemplo a la sociedad gallega de hoy. En cualquier caso, deben pasar diez años entre su muerte y la designación para ese día. Las propuestas, razonadas y asignadas por un mínimo de tres académicos, deberán incluirse en la convocatoria del Plenario correspondiente.
Hoy la fiesta de las Letras Gallegas está en un momento en que parece que responde ya a lo que se pretendía: que tenga una significación, un alcance y un eco no únicamente en los ambientes minoritarios, sino también en los ambientes del pueblo.
Un homenajeado para cada año
Más de 40 años después, celebrados días y días de las letras gallegas, normalizada o en vías de normalizarse la situación cultural de Galicia, es un buen momento para hacer un recuento de los personajes a los que hasta ahora se les dedicó el Día de las Letras Gallegas.
AÑO | HOMENAJEADO |
2011 | Lois Pereiro |
2010 | Uxío Novoneira |
2009 | Ramón Piñeiro López |
2008 | Xosé María Álvarez Blázquez |
2007 | María Mariño |
2006 | Manuel Lugrís |
2005 | Xesús Lorenzo Varela Vázquez |
2004 | Xaquín Lorenzo Fernández “Xocas” |
2003 | Antón Avilés Taramancos |
2002 | Frei Martín Sarmiento |
2001 | Eladio Rodríguez González |
2000 | Manuel Murguía |
1999 | Roberto Blanco Torres |
1998 | Martín Codax, Johan de Cangas e Meendinho |
1997 | Ánxel Fole |
1996 | Xesús Ferro Couselo |
1995 | Rafael Dieste |
1994 | Luis Seoane |
1993 | Eduardo Blanco-Amor |
1992 | Fermín Bouza-Brey |
1991 | Álvaro Cunqueiro Mora |
1990 | Luis Pimentel |
1989 | Celso Emilio Ferreiro |
1988 | Ramón Otero Pedrayo |
1987 | Francisca Herrero Garrido |
1986 | Aquilino Iglesia Alvariño |
1985 | Antón Losada Diéguez |
1984 | Armando Cotarelo Valledor |
1983 | Manuel Leiras Pulpeiro |
1982 | Luis Amado Carballo |
1981 | Vicente Martínez Risco |
1980 | Alfonso X “O Sabio” |
1979 | Manuel Antonio Pérez |
1978 | Antonio López Ferreiro |
1977 | Antón Vilar Ponte |
1976 | Ramón Cabanillas Enríquez |
1975 | Xoan Manuel Pintos Villar |
1974 | Xoan Vicente Viqueira Cortón |
1973 | Manuel Lago González |
1972 | Valentín Lamas Carvajal |
1971 | Gonzalo López Abente |
1970 | Marcial Valladares Núñez |
1969 | Antonio Noriega Varela |
1968 | Florentino López Cuevillas |
1967 | Manuel Curros Enríquez |
1966 | Francisco Añón Paz |
1965 | Eduardo Pondal |
1964 | Castelao |
1963 | Rosalía de Castro |
2011, el año de Lois Pereiro
Lois Pereiro nació en Monforte de Lemos (Lugo) en 1958. Con 17 años se va a Madrid para estudiar Políticas, que abandona para introducirse en la informática y en los idiomas. En Madrid inicia su trayectoria literaria en la revista experimental Loia, junto a un grupo de universitarios gallegos, como Manuel Rivas.
De regreso en Galicia, Pereiro forma parte del Grupo de Amor y Desamor, que editó dos libros con ese mismo título. La iniciativa de este grupo se debe también al mantenimiento de la revista Luzes de Galicia. En Galicia Lois Pereiro compagina profesionalmente el ejercicio de la traducción con la labor poética. A pesar de que publicó poemas y artículos en varias revistas culturales, no fue hasta 1991 cuando aparece la primera de sus dos únicas obras publicadas en vida: Poemas 1981/1991 (1992). Tres años más tarde se edita Poesía última de amor e enfermidade (1995). Los dos poemarios son duras y desnudas obras en las que se hacen patentes las pegadas expresionistas, las referencias a la literatura germánica y a ciertos rasgos de la contracultura. Su enfermedad, el SIDA, marcó su obra contundentemente; pero la causa oficial de su muerte no fue esa, sino una intoxicación por aceite de colza desnaturalizado. Lois Pereiro fallece en A Coruña en 1996.
La Real Academia Galega (RAG) destacó las “colaboraciones” del poeta lucense, “siempre reticente a la difusión individual de su trabajo” y recordó sus contribuciones como letrista a Radio Océano y como redactor de guiones televisivos. La RAG señala también que Pereiro cultivó desde sus inicios “una imagen y una estética” que hicieron de él un “autor de culto”: “cartografió como nadie el laberinto del mundo contemporáneo, conciliando para esto el individualismo escéptico con la tradición demoledora del expresionismo centroeuropeo”. La RAG entiende que su propuesta artística penetró en la sensibilidad emergente sumergida en el posmodernismo y deseosa de encontrarse en un discurso reflexivo”. Reivindicó el “compromiso” de su obra, “la temática y su forma”, además de su carácter “contemporáneo”.